Ángel Mateo Charris (Cartagena (Murcia), 1962). Licenciado en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia (1985). Su obra se engloba en la línea plenamente figurativa desacomplejada que se ha dado en llamar “neometafísica” y a la que pertenecen otros artistas de su generación y amigos como Gonzalo Sicre, Dis Berlín y Joël Mestre por citar algunos.
Su estilo está muy influenciado por el cómic (Disney, Hergé), el Arte pop, los lenguajes visuales del cómic y el cine negro americano y ciertos autores clásicos, destacando entre ellos especialmente Edward Hopper y los artistas paisajistas estadounidenses de tradición decimonónica de la Hudson River School o Escuela del río Hudson, a los que se adentra en 1988 en un primer viaje a Nueva York.
Es muy habitual en sus obras su talante abierto y receptivo ante la diversidad de fuentes y opciones estilísticas que le ofrece la Historia del Arte, Sus obras se caracterizan también por plantear citas constantes a esta, es una constante en su producción. Participa de los planteamientos del postmodernismo. Entre sus referencias pueden mencionarse al simbolista Léon Spilliaert, al pop Edwars Ruscha, al expresionista abstacto Mark Rothko , a los metafísicos italianos Giorgio Morandi y De Chirico y, de manera especial, la literatura de viajes. Referencias cultas que, desde un segundo plano, enriquecen su práctica artística con una sutil retórica conceptual, no exenta de un mordaz sentido del humor, claves de su estilo.
Crítico con las teorías artísticas en obras y en series en las que se refiere a varios momentos de la historia del arte del siglo XX: Realismo mágico, Action Painting, Conceptual, Color Field, Minimal, Dadá, o Premio Turner.
La compleja iconografía de sus homenajes y citas incluye a los artistas que han sido particularmente importantes en su formación como los ya citados y Klee, Miró, Friedrich, Torres-García, Van Gogh, Sorolla, Beuys, Dalí, Renau.
Sus paisajes constituyen grandes escenarios críticos, en los que ubica una suerte diversa de iconos, a través de los que, de manera indistinta, homenajea o cuestiona los derroteros del arte del siglo XX, o hace explícito su personal punto de vista sobre asuntos de calado político (el poder, la guerra, el colonialismo y la apropiación cultural). El tiempo y la soledad del individuo siempre como telón de fondo de sus figuraciones.
Los viajes han tenido bastante importancia en su obra, sin ellos no se entienden muchos de sus ciclos pictóricos.
Ha ilustrado libros clásicos de la literatura (Joseph Conrad, Charles Dickens y Thomas Mann).
Siempre ha sido fiel a la pintura, con aventuras hacia otros territorios, aunque desde el principio le dijeran que la pintura estaba muerta, que era un camino gastado. Afortunadamente ha estado sirviéndola todos estos años.
PAC – Te proyectas desde Cartagena (Murcia). ¿Te hubiera gustado cambiar de lugar y hacerlo desde allí?
Ángel Mateo Charris – Cartagena es un lugar estupendo para vivir y trabajar. Tan bueno o tan malo como cualquier otro. Y a lo largo de los años he viajado bastante y pasado temporadas fuera, con lo que no me ha dado nunca la sensación de asfixiarme o necesitar más. Tengo amigos y creadores interesantes alrededor, y mi obra ha tenido la posibilidad de viajar fuera y enseñarse más allá de mi territorio. Por otro lado, tiendo a ser bastante empático con los lugares y, al poco de llegar a un sitio, ya estoy fantaseando con la posibilidad de vivir allí, no lo suficientemente fuerte ni por demasiado tiempo, parece, porque nada me impide explorar esa posibilidad.
PAC – ¿Crees que tu trayectoria habría sido la misma?
Ángel Mateo Charris – Sólo pasa lo que tiene que pasar. Todo puede cambiar con cada encuentro, con cada decisión tomada, en cada cruce y en cada esquina, pero en este plano del multiverso esto es lo que hay. Desde luego Cartagena no es una meca para el arte contemporáneo, casi ninguna periferia lo es. Pero si lo fuera seguramente no me habría establecido aquí. Lo de vivir lejos de las capitales del mundo del arte es una opción vital. Me encanta estar un tiempo en ellas, salpimentarme y contaminarme un poco de su energía, pero quisiera saber lo mínimo de las estrategias, la parafernalia y la hoguera de las vanidades que es el mundo del arte. Hubo un tiempo que me divertía y hasta opinaba sobre ello en mis obras, pero ahora me aburre bastante. Creo que donde vives acaba calando sustancialmente en la creación de tu propia poética, a veces para bien otras para mal, pero desde luego ayuda a que tenga un aroma particular. No eres el mismo si estás pintando en Papeete, en Nueva York o en el barrio donde naciste. Todo depende de si estás pensando en tu prducción o en tu carrera, pero tampoco hay reglas escritas y puedes fracasar en Berlín y triunfar desde Bamako. Como artistas somos únicos e irrepetibles y también lo son las trayectorias.
PAC – ¿Qué te impulsa a dedicarte a la práctica artística?
Ángel Mateo Charris – La necesidad de inventar, jugar, crear, buscar preguntas y formular posibilidades.
PAC – ¿Qué ansiabas?
Ángel Mateo Charris – Un trabajo en el que pudiera hacer todo lo que me gusta: leer, pintar, viajar, investigar, escribir, diseñar, ilustrar, trabajar con las manos y con la cabeza, que me diera posibilidades de crecer, ir aprendiendo y conociéndome, en el que pudiera sentirme libre y dueño de mi destino, que casi no pareciera un trabajo, que fuera más un gozo que una maldición bíblica. Y si se podía vivir de eso, pues estupendo.
PAC – ¿Lo encontraste?
Ángel Mateo Charris – Puedo decir que sí, hasta ahora, porque uno siempre está pensando que en cualquier momento va a venir el portero a echarte de la fiesta. Ha ayudado bastante el que no haya metido en la ecuación grandes expectativas, ni monetarias, ni de repercusión o éxito, que son factores externos en los que uno puede hacer muy poco. A veces vienen curvas y a veces terreno llano. Es como una maratón muy larga en la que hay que saber dosificarse, darlo todo pero intentando que no te de una pájara.
PAC – ¿Qué crees que puede mejorarse en el Sistema del arte?
Ángel Mateo Charris – Hay días que pienso que todo está mal y habría que arrasar con todo y empezar de cero. Y otros en los que me levanto más estoico y acepto las contradicciones y las paradojas de esta cosa que hemos construido entre todos.
PAC – ¿Qué deberíamos aportar y eliminar al Sistema?
Ángel Mateo Charris – El arte es un reflejo de la sociedad, así que tiene sus mismos vicios y virtudes. Este capitalismo agresivo que se ha colado en todas partes, con su afán de productividad y rendimiento a toda costa, de crecimiento perpetuo y de “todo por la pasta” no me parece un buen camino. Y lo de la globalización, a la que no niego su lado atractivo, está acabando con las escenas locales y concentrando lo importante en unos pocos núcleos. Igual estaría mejor una red mucho menos centralizada y piramidal. Y está ese afán por lo espectacular y los grandes eventos que está cargándose la cultura del día a día. Estaría bien un poco menos de purpurina y más sentido común. Pero qué sé yo, igual sin tanto bombo, esta aparente meritocracia y el culto al ego, todo se vendría abajo.
PAC – Asociacionismo profesional ¿qué opinas?
Ángel Mateo Charris – Me parece bien, pero no es lo mío. Una de las razones para elegir ser artista es que pensaba que ofrecía un espacio de más libertad, menos rigidez y tontería, más encaje al individualismo. Nunca he soportado las asambleas, los comités y todas esas historias. Entiendo la camaradería entre artistas, la necesidad de hablar, reunirse, intercambiar visiones y emociones, incluso combatir juntos causas justas. Pero la palabra estatuto me da sarpullidos.
PAC – Háblanos un poco de tu trayectoria.
Ángel Mateo Charris – Dejando atrás la prehistoria, al acabar Bellas Artes en Valencia, allá por 1985, tenía un montón de intereses: pintura, escultura, cómic, música, ilustración, fotografía, escritura… Ahora dicen que a mitad de carrera ya tienen que tener claro por dónde vas a ir. No fue mi caso. Yo tuve que ir condensando, concentrando y sedimentando ruidos, hasta llegar a mi propia voz. La pintura fue la herramienta donde acotar tantos intereses y posibilidades. Tuve la suerte de empezar a ganar concursos y becas y entrar pronto en la galería My Name’s Lolita Art, entonces en Valencia, que era de las pocas interesadas en una figuración desacomplejada. Allí encontré un grupo de artistas con intereses parecidos, entre la neometafísica y el pop, y entré en un circuito de afinidades con otras galerías (Siboney, Columela, Sen, Senda, etc.) y críticos (Juan Manuel Bonet, Fernando Huici…). Para mi primera gran exposición en museos (IVAM, Conde Duque, en 1999) pude contar como comisaria con Gail Levin, biógrafa y la mayor experta en Edward Hopper, al que había homenajeado años antes en una exposición junto a Gonzalo Sicre. Y esta colaboración ha seguido con los años. ¿Qué más podría decir? Que los viajes han tenido bastante importancia en mi obra, que sin ellos no se entienden muchos de mis ciclos pictóricos (a los territorios nevados de Laponia en Blanco, a Mali en Tubabus en Tongorongo, al Ostede de Spilliaert para La Conservera, al Pacífico para Los mares del Tiki). También he ilustrado libros (El corazón de las tinieblas, Grandes esperanzas, La muerte en Venecia). Aunque igual ilustrar no sería la palabra porque a veces los textos me han servido para recrear un universo paralelo al de las novelas. Y siempre he sido fiel a la pintura, con todos los flirteos hacia otros territorios, aunque desde el principio me dijeran que estaba muerta, que era un camino gastado. Yo no lo creo, pero si así fuera, es una suerte poder haber estado sirviéndola todos estos años
PAC – Defínete mediante hashtags o etiquetas.
Ángel Mateo Charris – Las etiquetas solo le interesan a los críticos, los historiadores y los periodistas, así que les dejo a ellos que hagan su trabajo. Y toda mi vida he intentado ponérselo lo más difícil posible.
PAC – ¿Cuáles son los temas de tu trabajo artístico?
Ángel Mateo Charris – Todos. La vida y todo lo demás. He intentado llegar a un lenguaje que me permitiera encajar cosas muy diversas sin que chirriara demasiado: lo social, lo personal, lo metafísico, las contradicciones, los enigmas, el humor, la reflexión, lo puramente plástico, lo intelectual y lo popular, lo local y lo global, las reflexiones sobre el arte y los artistas. Trato de ser más sugerente que didáctico y no me da miedo contaminarme con todo tipo de ideas, vengan de donde vengan: de la literatura, la filosofía, la prensa, la publicidad, las redes sociales o los chascarrillos de taberna.
PAC – ¿Algún proyecto, pendiente, que te gustaría realizar?
Ángel Mateo Charris – Lo tengo enfrente, mirándome desde su horizonte cuadrado.
PAC – Un deseo.
Ángel Mateo Charris – Seguir respirando el próximo segundo.